Cerramos esta miniserie a lo
grande y, como ya dijimos, a lo pequeño. Tan pequeño como puedan serlo... 36
centímetros. Porque vamos a terminarla con un post sobre la mismísima Virgen
del Pilar, y esa es su medida exacta. Es decir, sobre la talla de fama
internacional que representa a Nuestra Señora.
Es, como todo el mundo que la ha
visto sabe bien, una escultura sumamente sencilla y de un tamaño bastante
reducido. Lo que quizá ya no se sepa tanto es que está hecha en una sola pieza
de madera, ni que su estilo escultórico pertenece al gótico, ni que su autor
es, con mucha probabilidad, el aragonés Juan de la Huerta. Y que, aunque no
existe una fecha exacta que nos informe sobre su datación, sí que podemos
situarla no mucho antes de 1450. La que ahora conocemos sucedió a una escultura
previa que ardió en un incendió en 1535.
Mientras en el Románico habíamos
visto unas esculturas en que la Madre y el Hijo mantenían una actitud más bien
distante y en la que se observaba una evidente frialdad en la relación entre
ambos, tanto por sus gestos como por la composición de la obra, en el Gótico la
conexión entre los dos es mucho más sentimental, más cariñosa. En definitiva,
las escenas son más maternales. Cosa que se puede apreciar incluso en la
postura de la Virgen, que los escultores representarán en muchos casos, y
también en el que nos ocupa, con el recurso de la “cadera materna”. Este
recurso supone un apoyo de la Virgen en la cadera opuesta al lado por el que
tiene sujeto al Niño.
Con el tiempo, esta afectividad
entre Madre e Hijo irá en aumento, por lo que en tiempos del tardogótico, a la
que pertenece nuestra Virgen del Pilar, esos sentimientos están muy
desarrollados. Por cierto, no huelga decir que en la época de la que estamos
hablando, aunque en España y en buena parte de Europa se seguía utilizando la
estética gótica, en Italia (especialmente en Florencia) ya se puede hablar del
pleno Renacimiento.
Otra de las cosas que tenemos que
tener en cuenta es que el tiempo, además del lógico deterioro que ha producido
en el material de la talla, ¡ha borrado su pintura! Porque, efectivamente, la
Virgen del Pilar estuvo policromada al estilo de muchas esculturas de su época.
Por último, cabe decir que la
representación que de ella se hace, además de cómo Madre, es como Reina. De ahí
la característica corona real que porta en la cabeza. Y con este tocado
regio... esta miniserie ha tocado a su fin.
Que lo paséis muy bien en estas
Fiestas y no os olvidéis de honrar a la Patrona. Si desde aquí hemos
contribuido a que la conozcáis aunque sea un poquitín más, habrá valido la
pena.
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