Domingo día del Domund

La celebración de la eucaristía de cada domingo es el gran don que recibimos para experimentar la presencia del amor misericordioso de Dios. El Papa ha convocado el Año Santo de la Misericordia invitando a todos los cristianos a ser “misioneros de la misericordia”. En esta Jornada Mundial de las Misiones, recordamos a quienes han entregado su vida para llevar el anuncio de la misericordia divina a los que no la han conocido ni experimentado. Nos unimos a todos ellos y pedimos en esta celebración que su labor dé mucho fruto. 

Texto del Evangelio (Mc 10,35-45): En aquel tiempo, Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercan a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos». Él les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?». Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda». Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?». Ellos le dijeron: «Sí, podemos». Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado». 
Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»
Padre bueno, Dios rico en misericordia, concédenos la gracia de seguir el camino de los misioneros y misioneras. Ellos nos enseñan a ser Iglesia "en salida", a vencer la comodidad y el miedo, a tomar la iniciativa, movidos por el Espíritu; a salir al encuentro del otro para mostrarle esa infinita misericordia de tu corazón que ellos mismos han conocido. Entregados a Ti en el servicio a los pobres, muestran las puertas siempre abiertas de la Iglesia: el lugar de la misericordia gratuita, donde cada persona puede sentirse acogida, amada, alegre por el perdón y alentada a vivir según la vida buena del Evangelio. Señor, que aprendamos de estos hermanos nuestros a ser "discípulos misioneros", testigos convincentes de tu misericordia.

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