La celebración de la
eucaristía de cada domingo es el gran don que recibimos para experimentar la
presencia del amor misericordioso de Dios. El Papa ha convocado el Año Santo de
la Misericordia invitando a todos los cristianos a ser “misioneros de la
misericordia”. En esta Jornada Mundial de las Misiones, recordamos a quienes
han entregado su vida para llevar el anuncio de la misericordia divina a los
que no la han conocido ni experimentado. Nos unimos a todos ellos y pedimos en
esta celebración que su labor dé mucho fruto.
Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»
Padre bueno, Dios rico en
misericordia, concédenos la gracia de seguir el camino de los misioneros y
misioneras. Ellos nos enseñan a ser Iglesia "en salida", a vencer la
comodidad y el miedo, a tomar la iniciativa, movidos por el Espíritu; a salir al
encuentro del otro para mostrarle esa infinita misericordia de tu corazón que
ellos mismos han conocido. Entregados a Ti en el servicio a los pobres,
muestran las puertas siempre abiertas de la Iglesia: el lugar de la
misericordia gratuita, donde cada persona puede sentirse acogida, amada, alegre
por el perdón y alentada a vivir según la vida buena del Evangelio. Señor, que
aprendamos de estos hermanos nuestros a ser "discípulos misioneros",
testigos convincentes de tu misericordia.
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