
A lo largo de este año de la Vida Consagrada que se clausurará el día 2 de febrero, festividad de la Presentación del Señor en el templo y Jornada de la Vida Consagrada, han pasado y nos han dejado su testimonio un pequeño grupo de consagrados. Hoy es el último día y voy a ser yo quien os hable de la Hermandad de Jesús Maestro, la pequeña Obra a la que pertenezco y que hace 56 años vive en este Barrio y colabora en la Parroquia.
Inicio de la Hermandad. El Proyecto de nuestra Obra comenzó el 1 de marzo de 1945 y se funda como Instituto empezando a vivir en comunidad el 29 de febrero de 1948. (El próximo mes como es año bisiesto
el Instituto cumple 68 años).
Nuestra “Oración y
Testimonio” de hoy va a tener 2 partes, la primera sobre el SERVICIO y la
segunda sobre la ENTREGA. Entre estas dos partes dejaremos un silencio
oracional.

El Padre empezó por
los más pequeños, por los niños dándoles catequesis, mostrándoles a Jesús y
cómo llegar a Él. Para ello buscó y formó colaboradores y colaboradoras que le
ayudaran en la hermosa tarea de impartir catequesis a más de 500 niños que por
aquel entonces había en el Barrio de las delicias.
El Padre vio la
necesidad de que para dar más coherencia, compromiso y continuidad a la labor
de las catequistas, podría formar un grupo de consagradas que además de la
catequesis, dedicaran parte de su tiempo a la pastoral de la parroquia. A
partir de aquí, las que libremente quisieron adherirse a ese compromiso
formaron el primer grupo o comunidad de hermanas de la Hermandad de Jesús
Maestro, nombre que le dio su fundador, el P. Ángel.
Nuestra tarea. ¿Qué
ofrecemos las hermanas a la Iglesia? Además de nuestro trabajo civil, de vida
activa y de oración, ofrecemos nuestro servicio al Señor colaborando en todos
los terrenos de la pastoral que se pueden desarrollar en una parroquia. Esto
supone apoyo, colaboración y ayuda a los sacerdotes en sus diversas tareas
parroquiales en barrios, pueblos o misiones.
Tiempo oracional.
Hagamos una pequeña parada para adorar al Señor en este lugar desde donde nos
ve y nos ama.
La entrega. Y ahora
nos preguntamos, ¿Por qué nuestra entrega a Jesús Maestro? En primer lugar
porque Él nos llama, le hemos oído, “¿quieres seguirme?” y le hemos respondido,
“sí, me voy contigo, te entrego mi vida”. Esta llamada o vocación es una
gracia, un don, un regalo que el Señor nos hace y por el que le damos gracias
siempre.
Además del SÍ inicial, la respuesta
se concreta en los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia que
todos los consagrados vivimos.
En nuestro logo o
emblema hay dos frases en latín, “Sitio” , “Tengo sed”, 5ª palabra de Jesús en
la cruz, y “Ecce ancilla Domini”, “He aquí la esclava del Señor”, respuesta de
la Virgen al ángel en la Encarnación. Aquí se encuentra el centro de nuestra
entrega; como María, estar disponibles para servir al Señor y a los hermanos y
de esta manera y con nuestro amor saciar su sed de almas, de amor y de
santidad.
De forma resumida,
breve y espiritual que nuestro carisma consiste en: “ Calmar la sed de Jesús
amándole y sirviéndole en los hermanos, a través de la parroquia”. Actitud que
intentamos tener a lo largo de nuestra vida de consagradas al Señor en la
Iglesia y en la que siempre hemos encontrado personas colaboradoras,
comprensivas y maravillosas como vosotros y por las que también damos gracias a
Dios.
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