El gran Padre y Doctor de la Iglesia, San Ambrosio, dice de
la Virgen María:
Era la Virgen María de alma prudente y corazón
blando y humilde, grave y parca en el hablar, aficionada a lecturas santas,
modesta en sus palabras, muy atenta a lo que hacía, y buscando en todo siempre
agradar a Dios y no a los hombres.
A nadie molestó jamás, a todos quiso bien, y
tuvo particular respeto y reverencia a los mayores.
Nada duro o provocativo había en sus ojos o en
su mirar; nada de atrevido o inconsiderado en sus palabras; y en sus acciones,
nada que no fuese de todo punto digno y decoroso.
Sus gestos y su andar, nada tenían de ligero,
suelto o petulante, antes bien, procedía con todo orden y compostura, de suerte
que, la modestia y continente exterior de su persona eran como un bello reflejo
de su alma, y podía servir como acabado ejemplar de toda probidad.
Era Ella la mejor guarda de sí misma, y tan
apacible en su andar, en sus palabras y ademanes, que con sus pasos y
movimientos, más que avanzar en el camino parecía adelantar en la virtud.
Cuando hacía esta Virgen modestisima, podía tomarse como regla de buen proceder
y de virtud.
Una gran enseñanza y ejemplo nos dio, Virgen Santa ayúdanos!!
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