Mí Vía Crucis ayer y hoy

Recuerdo los muy lejanos tiempos del internado. En la Cuaresma, los viernes por la tarde, existía la costumbre de rezar el Vía Crucis. Los compañeros y, yo mismo, acudíamos a esta práctica religiosa con desgana y por obligación. Para nosotros era un rato triste y aburrido, sin más. Tardé bastantes años en cambiar de opinión.
Hoy, cuando me acerco a nuestra parroquia a rezarlo junto a otros miembros de la comunidad, mi sentimiento es muy distinto. Y, aunque las catorce estaciones son las mismas, se han modificado los textos que se leen y he cambiado yo. 
Aprovechando cada de ellas (de las estaciones) se plantea una situación de la vida actual (rabiosamente actual) y se unen las vivencias amargas y dolorosas de nuestro Salvador con nuestra realidad de hoy, muchas veces, triste, amarga, llena de problemas.
Cada vez con más frecuencia, a este "camino de la cruz" se le añade una nueva estación la 15 ª qué es la verdadera meta "Cristo resucitado". La esperanza de los cristianos nos debe llevar a no quedarnos anclados en la Cruz. Esta es sólo un paso hacia el Cristo glorioso de la Pascua.  
Antonio






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