Liturgia 5 de julio

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. 
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» 
Y esto les resultaba escandaloso. 
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.» 
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.



Jesús me desafía
Tengo miedo y me dices: ¡ánimo!
Dudo y me dices: ¡confía!

Me siento angustiado y me dices: ¡tranquilo!
Busco bienes materiales y me dices; ¡despréndete!
Quiero ser jefe y me dices: ¡sirve!
Quiero comprender y me dices: ¡cree!
Quiero tranquilidad y quieres que esté inquieto.

Busco el primer puesto y me dices:
¡siéntate en el último lugar!

Quiero esconderme y me dices: ¡muestra tu luz!
Quiero ser visto y me dices: ¡reza en lo escondido!
¡No! No te entiendo, Jesús.
Me provocas. Me confundes.
Al igual que tantos de tus discípulos,
también yo quisiera hallar otro maestro
que fuera más claro y exigiera menos.

Pero no conozco a nadie que tenga como Tú palabras de vida eterna.
       








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