Nuestra pequeña historia VII

UNA COMUNIDAD ABIERTA


Este título, aplicado a la parroquia, tiene mucho que ver con el espíritu del Vaticano II y su concepto de Iglesia de Dios. También está en sintonía con el NIP: "Nueva imagen de Parroquia" cuyo proyecto comunicativo y de participación de todos los seglares queríamos vivir. Pero sobre todo refleja la personalidad de D. Ángel Moros y su afán apostólico y fraternal. Cuando D. Ángel se encarga de la Parroquia, 1978, ya es miembro de la "Casa de Santiago"; Comunidad cristiana integrada por sacerdotes, seglares y jóvenes con signos de vocación. El alma de esta comunidad fue D. Alfredo Rubio, sacerdote de Barcelona que trabajaba en el ámbito universitario. El centro de su espiritualidad es la vida de Nazaret y la vocación de cada miembro.
Alentada por este espíritu la casa de D. Ángel y la Parroquia son espacios abiertos a todos. El recrea la vocación de Antonio Royo y Domingo Legua que completaran los estudios teológicos en Salamanca. Ordenados sacerdotes ejercen su ministerio en Zaragoza y muy pronto se van a Santo Domingo, R. Dominicana, para trabajar en un suburbio , "Las Cañitas". La evangelización y el trabajo social transforma esa comunidad y nos ayudan a vivir el espíritu misionero en la Parroquia. Se puede decir que, en esos momentos, todos somos de "Las Cañitas". La comunicación, la ayuda constante de sus seminaristas para estudiar en Salamanca, la fraternidad, culmina con el intercambio de un grupo de aquella Parroquia que son acogidos por nosotros y luego otro grupo de nosotros que les devuelve la visita. Una experiencia misionera y fecunda que marca nuestra fe.
Esa comunidad abierta y fraternal aparece en este gesto singular. Pascualin es un hombre que vive en la calle, en invierno en una cuadra, amigo de todos pero...pobre y sucio. Suena la alarma; somos hermanos. Unos voluntarios hacen su habitación. Al lado del Señor y querido por todos. ¡Un bello gesto de ternura y misericordia!

Miguel Peña

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