Testimonio


El autor de "Nuestra pequeña historia", que ha venido apareciendo en este blog, Miguel Peña Gómez, ha finalizado su historia, su vida. Una vida que no ha sido corta, 84 años y 61 de sacerdocio, nos puede hacer pensar que su historia personal y sus vivencias habrán sido numerosas.
Nacido en Quintana Martín Galíndez (Burgos), su ministerio sacerdotal a partir de su ordenación en 1956, lo ejerció en diferentes parroquias burgalesas hasta que en 1989 se incorpora a nuestra parroquia de la Presentación de la Virgen. Y él ha sido el relator del devenir de la misma, como el paso de la Capilla de María Guerrero, cuando ésta se quedó pequeña, al Salón parroquial de Díaz de Mendoza, el espíritu misionero de la comunidad parroquial, el trabajo fecundo de los sacerdotes y seglares colaboradores, el "nacimiento" de la Residencia de Caritas....
Junto a D. Ángel Moros, Miguel vivió con ilusión la creación del nuevo y definitivo templo parroquial, del que actualmente hemos celebrado el 25 aniversario.
Todo esto queda en el terreno de lo exterior, de lo que podemos apreciar a simple  vista, pero hay mucho más. Ese mucho más que solo Dios conoce. Como sacerdote acogió, escuchó, perdonó, aconsejó a todo tipo de personas, a los enfermos, a los ancianos…
Ahora, las Hermanas, aunque ya lo hicimos en vida, queremos dar las gracias a Miguel, públicamente. 
Él siempre reconoció los valores personales de cada una, y en algún momento los puso por escrito, como ya sabemos. También reconoció los valores como comunidad que acoge y sirve al hermano a través de la parroquia. Vio el estilo de la Hermandad de Jesús Maestro y lo comunicó. Y nosotras siempre le agradeceremos su amistad, confianza, atención y cariño profundamente fraternal.
Amante de la buena música y de la belleza en el arte. Buen conocedor de Teresa de Jesús y de Ismael de Tomelloso se habrá encontrado con ellos en vísperas de la fiesta del Buen Pastor.
Confiamos en que desde el cielo Miguel intercederá por las Hermanas y por toda la comunidad parroquial.
Damos gracias a Dios por haberlo conocido.
Gracias, Miguel, porque tú también fuiste un pastor bueno y por tu testimonio.

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