Llegados
al final de estos apuntes sobre la Parroquia me parece oportuno alguna nota de carácter,
más personal y confidencial. Lo primero que debo expresar es que estos años –
1989-2015- en la Parroquia he sido realmente feliz. Claro que este don es un
regalo del Espíritu pero el vivir esta experiencia me han ayudado las personas
con las que he compartido una sincera amistad, una colaboración permanente y
gozosa, una comunicación de fe y amor y, en especial, la actitud de perdón ante
mis debilidades.
¡Sin
vosotros no habría llegado hasta aquí! ¡Un montón de gracias!
Ante
la imposibilidad de comunicar estos sentimientos a tantos amigos y amigas, lo
he personificado en dos:
+Una
de ellas es nuestra querida Feli Arcos. Mujer entregada, cercana y callada, de
sonrisa permanente.
Su
espíritu de pobreza y desprendimiento siempre me deslumbró. Disfruté mucho de
su amor a Jesús, hablamos de corazón a corazón. Murió calladamente, como había
vivido.
Yo
me sentí en el deber de dar testimonio de su vida y un día fui a Villanueva de
Jara, (Cuenca) a visitar a su hermana Perfe y su Carmelo. ¡Fueron horas de
sentida comunicación y vibración ascética!
+La
otra figura es mi querido amigo Ángel. Cercano y sensible, delicado y piadoso.
El claro contraste de su espíritu sosegado y mi nerviosa intrepidez nunca fue
obstáculo para una cariñosa amistad. ¡Qué distintos pero que unidos! Este era
el comentario. Fue para mí el mejor regalo de mis años de madurez.
Y
como broche de oro la experiencia de su enfermedad, penosa y larga. ¡Cuántas
confidencias!
¡Cuánta
comunicación esperanzada! Mucho sentí su marcha pero le siento muy cercano a mi
vida. Son muchas las personas que me han comunicado estas mismas sensaciones.
Para mí son ángeles cercanos.
Seguimos caminando en
el Amor del Padre, la cercanía del Hijo y la fuerza del Espíritu Santo y de
tantos que nos han precedido en nuestra Comunidad Parroquial
Gracias Miguel por todo lo que nos has dado, sabes que todos te queremos y te recordaremos.
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