V Domingo de Pascua

Celebramos la liturgia en este tiempo tratando de percibir los signos de la presencia del resucitado en nuestro mundo.
El signo para hoy es la COMUNIDAD. El Evangelio de la vid y los sarmientos tiene una doble clave de lectura: por un lado, la que se refiere a nuestra unión con Cristo y el deseo del Padre de que demos fruto abundante, y , por otro, la que nos urge a vivir unidos en cuanto que todos recibimos la misma vida. Todos somos conscientes de la importancia de la comunidad en una época en la que podemos tender al individualismo. Pero más importante aún para nosotros es la importancia de la comunidad para vivir la fe. No se puede ser cristiano en solitario. La comunidad es la garantía de nuestra relación con Jesús. La presencia misma de la Virgen María en la Iglesia (mes de mayo) acontece en su inserción en la primera comunidad cristiana.
Nuestra comunidad, en concreto, ha sido y sigue siendo el instrumento del que Dios se sirve para que su evangelio vivido siga resonando en nuestras calles y en nuestras casas. La comunidad parroquial de La Presentación de la Virgen.




Oración

  Señor, tú eres la vid que me sostiene,

el dueño y guía de toda mi existencia.
Sin ti no puedo dar fruto.
Poda todo aquello que estorbe mi crecimiento.
No permitas, Señor, que me separe de ti.

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