Celebramos
la liturgia en este tiempo tratando de percibir los signos de la presencia del
resucitado en nuestro mundo.
El
signo para hoy es la COMUNIDAD. El Evangelio de la vid y los sarmientos tiene
una doble clave de lectura: por un lado, la que se refiere a nuestra unión con
Cristo y el deseo del Padre de que demos fruto abundante, y , por otro, la que
nos urge a vivir unidos en cuanto que todos recibimos la misma vida. Todos
somos conscientes de la importancia de la comunidad en una época en la que
podemos tender al individualismo. Pero más importante aún para nosotros es la
importancia de la comunidad para vivir la fe. No se puede ser cristiano en
solitario. La comunidad es la garantía de nuestra relación con Jesús. La
presencia misma de la Virgen María en la Iglesia (mes de mayo) acontece en su
inserción en la primera comunidad cristiana.
Nuestra
comunidad, en concreto, ha sido y sigue siendo el instrumento del que Dios se
sirve para que su evangelio vivido siga resonando en nuestras calles y en nuestras
casas. La comunidad parroquial de La Presentación de la Virgen.
Oración
Señor, tú
eres la vid que me sostiene,
el dueño
y guía de toda mi existencia.
Sin ti no
puedo dar fruto.
Poda todo
aquello que estorbe mi crecimiento.
No permitas, Señor, que
me separe de ti.
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