Hace unos días nos convocó
nuestro querido D. Miguel Peña a una docena de feligreses de la parroquia de la
Presentación aprovechando el paso por Zaragoza de su amigo Jesús Ruiz Molina, misionero
comboniano en la República Centroafricana.
Las dos horas que
estuvimos con él fueron un regalo para todos los presentes. Hizo una detallada
descripción de la desoladora situación del país en todas y cada una de las
áreas tratadas: política, economía, educación, futuro,…
La nación es rica, muy
rica; pero todas las materias primas están en manos de empresas extranjeras
que, lejos de ayudar a los nativos, esquilman los recursos de forma vergonzosa
con el beneplácito de la élite gobernante,
únicos beneficiarios económicos. Los gobiernos se suceden unos a
otros en una serie interminable de
golpes de estado. Además, los conflictos entre las comunidades cristianas y
musulmanas son continuos y de gran violencia. La educación es muy deficiente en
todas las etapas y se dan casos de universitarios que no saben leer y escribir.
Cualquier persona con dinero puede comprar en el mercado negro el título que
más le apetezca, aunque sea analfabeta.
Jesús comentó que la labor
de la Iglesia es fundamental en el país. Un trabajo ímprobo y muy difícil que
permite llevar a aquellas gentes la buena nueva del Evangelio, a la vez que les
ayuda a salir de su miseria.
Dos signos de esperanza: La
valiente visita a este escenario tan complejo y duro realizada por el Papa
Francisco (noviembre 2015) supuso un antes y un después para este pobre país
(el segundo más pobre de África) y la labor ecuménica de los líderes religiosos
de la nación, que con una labor callada e insistente ha logrado el reconocimiento en muchas esferas internacionales.
El trabajo que Jesús y
otros muchos misioneros hacen cada día no sale en unos medios de comunicación
llenos de banalidades, pero… es para quitarse el sombrero.
Nuestro reconocimiento y…
nuestra oración por personas como Jesús.
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