Testimonio de voluntaria

MI EXPERIENCIA EN BIKOP, CAMERÚN
Querida amiga, te despides de nosotros dando la gracias y somos nosotros los agradecidos ha personas como tú, que se implican en esa labor tan bonita que se llama humanidad. Felicidades por ser así y nuevamente gracias por tu testimonio. Ellas fueron de viaje y llevaron medicamentos como en otro momento dijimos. Éste es su testimonio, fueron de voluntarias con destino a la Misión de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.
Bamba Kiri! Decir simplemente buenos días en Ewondo, la lengua local de la zona de Camerún donde vivimos dos meses, era capaz de sacar una sonrisa a todo paciente y habitante del pueblo. Y es que en África aprendes a valorar las cosas pequeñas, los gestos de amor que recibimos cada día. Es increíble la alegría de los niños al verte, niños que no tienen ropa nueva, no tienen juguetes, muchos ni siquiera un padre o una madre en casa, niños que ves todos los días llevando agua sobre su cabeza para sus familias. 
Estos dos meses en la Misión de Bikop han sido para mí una experiencia muy humana, de continuo descubrimiento y una oportunidad de vivir abierta a lo que ofrece cada día, sin planificar.  La vida en medio de la selva te permite descubrir la auténtica África, su gente, su estilo de vida, su mentalidad así como su bella naturaleza y sus frutos, pero también muchas realidades duras, de machismo, de inestabilidad familiar, de enfermedad, de corrupción, de pobreza. Y es allí con los más necesitados que las hermanas trabajan día tras día, ofreciéndoles atención sanitaria en el dispensario y una educación infantil a los niños de las familias más pobres. Me impresionó mucho la gran carga de trabajo de la misión, pero aún más la alegría y cariño que transmitían las hermanas pese al cansancio y las dificultades, son de estas experiencias en las que sientes que Dios está allí presente. 
La "misión " de voluntariado que llevamos a cabo mi compañera de experiencia Blanca y yo fue principalmente en el dispensario. Allí descubrí la medicina tropical y me impresionó la cantidad de pacientes que cada día venían con paludismo y otros parásitos, así como la alta prevalencia de VIH y hepatitis. Me pareció muy bonito ver que había muchos pacientes que venían de lejos, incluso de las grandes ciudades, porque confiaban en este centro.
Sin duda agradezco la oportunidad de haber vivido esta experiencia en África en una comunidad católica tan abierta y acogedora. 
Gracias a la parroquia por los medicamentos, allí son un verdadero tesoro.
Bárbara Álvarez Moreno 


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