19 de marzo día del Seminario

De todos los sentimientos que llevamos hoy en el corazón, el agradecimiento es el mayor.
Por eso agradecemos al Seminario que nos deje hacer una lista que casi, casi no podemos terminar.
Empieza con Dios, por Quien hemos salido de nuestra tierra -algunos de nosotros literalmente- y queremos seguir haciéndolo. Gracias, porque un día escuchamos en nuestros corazones la llamada a ser como Tú, Señor Jesús, siervos del Padre y de los hombres, amigos de todos por pura gracia. Gracias a la Virgen María, que nos protege y nos recuerda: haced lo que Él os diga. Vuestras voces se hacen claras esta tarde. 
Querido don Vicente: gracias por su cariño y atenciones con el seminario. Gracias por ese amor de Padre solícito, que nos enseña, poco a poco, a serlo nosotros también. Usted está siempre en nuestras oraciones.

Gracias, queridos Rector y Vicerrector, Fernando y José Antonio, por vuestra cercanía y vuestro ejemplo de entrega sacerdotal. Os sentimos como lo que sois: una parte decisiva de esta Comunidad que es el corazón de la diócesis. Gracias, Juan Sebastián, Manuel, Carlos y Jesús, como nuestro director espiritual y confesores, sois luz, consuelo y fuerza de Dios en esta etapa de aprendizaje.

Queridos seminaristas. Gracias porque vamos descubriendo juntos lo que significa la fraternidad sacerdotal. Ese tesoro. Aprendemos a ser pacientes, a lavarnos los pies los unos a los otros y a ser hombres de comunión.

A todos los sacerdotes que nos han marcado y nos marcáis, gracias. Nuestros ojos siempre os miran. Os pedimos que sigáis acompañándonos en esta andadura que no termina ahora; se intensifica cada instante más y más.
 
Queridas familias y queridos amigos. Allí donde vamos, os llevamos. En vosotros se desvela buena parte del misterio que llevamos en vasijas de barro. Gracias por transmitirnos la fe, por vuestro amor y vuestra confianza. Os queremos.

Y gracias a todos vosotros, que habéis querido acompañarnos. Que venís de parroquias, movimientos, peregrinaciones, de monasterios y casas religiosas, de equipos deportivos, de  colegios, etc. Estamos en vuestras manos. Somos para vosotros. Y seremos aquello que nos enseñéis a ser. Pedidnos la Palabra de Dios y el Amor fraterno que os debemos. Ésa será nuestra mejor escuela, la nuestra y la vuestra. Rogad al Dueño de la mies que esta casa, el seminario, se llene de muchos hermanos.


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